Ponencia:
Crónica de una incomprensión: de la embriaguez diabólica a la alucinación bioquímica
Julio Glockner
Desde el primer contacto que tuvieron los europeos con la población nativa de América se inició una historia de incomprensiones de su vida religiosa que en buena medida perdura hasta nuestros días. Los frailes Ramón Pané, Bartolomé de las Casas y el propio Cristóbal Colón escribieron significativos testimonios de estos desencuentros culturales. No podía ser de otro modo, el pensamiento judeocristiano y un soberbio racionalismo anteponían la imagen del Diablo a toda interpretación del culto a la naturaleza y a los espíritus de los antepasados que alimentaban la vida espiritual de los habitantes de las Antillas. La rica variedad de plantas psicoactivas empleadas ritualmente con diversos fines por los pueblos americanos quedó inmersa en esta lógica incomprensiva. Con el advenimiento del pensamiento ilustrado se inicia un proceso en el que los argumentos se modificaron sustancialmente y la figura del Diablo y su engañosa estrategia para para distanciar a los humanos de la verdadera religión, fueron sustituidos por explicaciones que derivaron en los conocimientos bioquímicos y neurofisiológicos que predominan en la actualidad. A pesar del profundo cambio que significa la sustitución de un paradigma teológico por uno científico, persiste la incomprensión del mundo religioso de los pueblos originarios al considerar como alucinaciones las visiones y revelaciones enteogénicas que el consumo de plantas sagradas produce. La ponencia examina algunos casos significativos de esta incomprensión, sugiriendo algunas alternativas conceptuales (enteógenos, imágenes mentales, compresencia) que pueden ser útiles para aproximarnos a un tratamiento más adecuado del tema.